Se llamaba oráculo tanto al santuario donde se hacía la consulta a los dioses como a la respuesta dada por la divinidad a través de la sacerdotisa que actuaba como médium. El de Delfos fue muy famoso y venerado y desde el segundo milenio a.C se había dedicado a la adivinación.

Las consultas del oráculo requerían unos ritos preliminares. Los consultantes, purificados tras lavarse con el agua de la fuente Castalia, eran recibidos por los sacerdotes y se dirigían al templo por Vía Sacra. A la entrada, salpicaban con agua fría a una cabra, si esta temblaba, era sacrificada y se podía realizar la consulta. A continuación, pagaban una cantidad de dinero y esperaban la respuesta.
Alicia.
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